Tres años, que era la edad que tenía Aylan hasta ayer es edad suficiente para darse cuenta por las caras que lo rodeaban, por el ritmo que su mamá le transmitía al llevarlo apretado al cuerpo, por la inusual cantidad de gente que lo rodeaba, por el lugar y porque era la primera vez que subía a un bote, que no sería un paseo como los habituales. Pero además porque las personas cuando van a morir lo saben, tengan 109 o 3 años.
Tal vez de alguna misteriosa manera bastaron tan solo 36 meses para no querer quedarse a jugar en esta calesita conducida por burócratas criminales
Tal vez Aylan no quiso saber que era sirio o que podría haber sido uruguayo o japonés ni tampoco cristiano, judío o musulmán, varón, mujer, gordo, rubio, flaco, tonto, inteligente, pobre, homo o heterosexual, ilustre escritor, mecánico dental o pastor de cabras. Tal vez de alguna misteriosa manera bastaron tan solo 36 meses para no querer quedarse a jugar en esta calesita conducida por burócratas criminales que predican amor, declaman libertad y se embanderan con la justicia, es desarrollo, la igualdad y la paz, y lo único que los mueve, ha movido y moverá siempre por los siglos de los siglos es el poder.