Estamos acostumbrados a la arquitectura, a las grandes distancias a recorrer, a la diversidad gastronómica. Pasamos la belleza de los edificios por alto, nos enojamos cuando hay demasiado tránsito, no disfrutamos algo rico con consciencia.
Primero y principal, algo de info: apuesto que no sabías que su nombre original es «Ciudad de la Santísima Trinidad y Puerto de Santa María del Buen Ayre». Tampoco estabas al tanto que fue “fundada” dos veces, ya que el primer asentamiento no prosperó.
Segundo, ¿disfrutaste de nuestra mezcla cultural? Somos Europa y somos América. Somos inmigración y tolerancia. Somos sangre y revolución. Somos unas jugosas empanadas de origen árabe, somos una pizza de origen italiano que desborda mozzarella, somos un mate de origen guaraní. Innumerables culturas se mezclaron para dar forma a lo que ahora llamamos «porteños».
¿Te diste cuenta de lo rica que es nuestra oferta cultural? Somos Tango en San Telmo, Fútbol en La Boca y Gastronomía en Puerto Madero. Somos el Teatro en Avenida Corrientes, la Vida Nocturna políglota en Palermo Soho y los artistas callejeros y artesanos en la Calle Florida.
Obviamente, hay bastantes aspectos con los cuales estamos insatisfechos, o necesitan una mejora, pero podría suceder en cualquier lugar del mundo. Sin embargo, Buenos Aires se puede comparar con Barcelona o París, y no tenemos nada que envidiarles. Empezá a vivir la ciudad en vez de solamente habitarla. Andá al Palacio Barolo y maravillate con La Divina Comedia de Dante inmortalizada en el edificio. Tomá el colectivo y mirá por la ventanilla mientras escuchás tu canción favorita. Comé un alfajor y saborealo de verdad, sabiendo que solo existen acá.
Los turistas quedan fascinados con ella siempre que vienen, ¿qué esperás para enamorarte?