Modos de Ver Nro 02

¿Novelas pornográficas?

Escrito por Gustavo Jalife

Como quien pide un vaso de agua, Herman Schiller, editor del semanario Nueva Presencia, dijo: «Hacele una entrevista a Borges. Andá.» 1985. Otoño. Viernes. El inveterado edificio de la calle Maipú. Luego de un intento fallido, Borges propone encontrarnos el domingo. «Venga a las 11. Vamos a estar solos.»

«Bárbaro», dice la fotógrafa, celebrando una presunta buena foto. «No». Interrumpe Borges, «Bárbaro no. Yo soy civilizado.» La multitud apelotonada en el living mínimo, una dotación de la BBC incluída, aplaude la ocurrencia.
El domingo, a la hora señalada, me recibe, con traje, afeitado, lúcido, inexplicablemente eufórico.

«Tenemos dos horas, hasta que Norah venga a buscarme para el almuerzo.»
«Dos horas, una eternidad. A solas, mucho más que eso. Y solo tengo un cassette de sesenta minutos.»
Ajeno a mis quejas íntimas Borges señala el gran sillón, para que me siente a su lado. Fanny, la empleada, se despide. Comienza la entrevista, la conversación, su monólogo.
«Yo vivo de dos pensiones. Una corresponde a mi cargo como director de la Biblioteca Nacional y la otra a la cátedra de literatura inglesa y americana de la cual era titular en la Facultad de Filosofía y Letras. No podría vivir de mis libros a pesar de que estan traducidos a gran cantidad de idiomas. Ningún escritor puede vivir de lo que escribe. Días pasados me encontré con un escritor, no diré quién es, que me dijo: «Estoy muy avergonzado, estoy escribiendo novelas pornográficas. Uno tiene que vivir.»

Dejá tu Comentario