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¡Que viva el fútbol!

Escrito por Paula Loughry

Cada uno hincha por su club y en el fanatismo se encuentran las mismas pasiones.

Es un clásico domingo otoñal, de esos que dan ganas de quedarse sentado al aire libre con el sol de frente. Para Tomás y Antonio no es un domingo más: se juega el superclásico, ese partido que se da dos veces al año y se espera desde que empieza el Torneo. Pero esta vez y desde hace tres años, uno de los dos no podrá ir a la cancha a alentar los colores que lleva en el corazón.

Foto en Uruguay - Boca

“A nosotros, los hinchas, la medida de que no se juegue con público visitante nos mata porque tenemos que dividir por dos el desagote de la pasión que tenemos todos los domingos”, explica con indignación Antonio de La Fuente (28), fanático de River e integrante de una agrupación política que hoy en día tiene un rol activo en la administración del Club. Para Tomás Loughry (24), hincha fanático de Boca, la decisión tomada por la AFA (Asociación de Fútbol Argentino) en 2013 que prohíbe la entrada de público visitante a los partidos de Primera y el Nacional B, también es injusta: “Los más perjudicados son los hinchas, no los barras bravas que son los culpables de que se haya tomado esta medida. Se podría evitar el ingreso de barras con el derecho de admisión, que de alguna manera existe pero no se cumple nunca”. Tomás y Antonio, cada uno desde su lugar, cree que quienes se tienen que encargar del asunto, lo esquivan.

Antonio de River, Tomás de Boca, pero ambos fanáticos del fútbol en general. La pasión que tiene cada uno por los colores de su camiseta los llevó a cruzar la frontera para alentar a su equipo en otro país. “Ir a Japón a alentar a River fue como un sueño, algo que había esperado desde muy chico. El único momento triste fue haber perdido la final, pero haber llegado hasta allá valió demasiado”, cuenta Antonio, quien viajó con un grupo de treinta amigos y aprovechó para recorrer un poco de Asia. En cuanto a Tomás, conoció Paraguay, Chile y Uruguay – entre otros lugares de Sudamérica – de la mano de Boca: “Lo más lindo es ir de visitante al exterior, no se compara con nada. Te cruzás con gente que conocés de la cancha y empezás a conocer la historia de cada uno. Es algo único”.

Así como muchas veces hubo actos de violencia por el fútbol, la pasión también es algo que une y conecta a las personas. Tomás y Antonio descubrieron un mundo que lograron hacerlo propio: su equipo no les dio solo la alegría de ir a la cancha a alentar esos colores, sino también les brindó amigos nuevos que ya forman parte de la vida de cada uno. Y con esas amistades que se forman gracias al fútbol, ambos hinchas viajaron a Brasil para alentar a la Selección Argentina en el Mundial de Fútbol 2014. “No hay punto de comparación entre lo que me genera un partido de River y uno de la Selección. A River lo siento mucho más propio, es algo que yo elegí”, cuenta Antonio luego de vivir la llegada de Argentina a una final del mundo. A Tomás le pasa un poco lo mismo: “Por Boca tengo un sentimiento más fuerte, aunque lo lindo que tiene la Selección es que es el único momento en que los argentinos estamos unidos por lo mismo y tiramos todos para el mismo lado”.

Las historias de Tomás y Antonio son parecidas: los padres de ambos son hinchas de otros clubes distintos a los que eligieron sus hijos, pero al ver el fanatismo que tenía cada uno por su Club, los acompañaron desde pequeños a la cancha.
Las historias de Tomás y Antonio son parecidas: los padres de ambos son hinchas de otros clubes distintos a los que eligieron sus hijos, pero al ver el fanatismo que tenía cada uno por su Club, los acompañaron desde pequeños a la cancha. La pasión que tiene Antonio por River lo llevó a formar parte de un programa de radio en donde una vez por semana junto con amigos, se reúnen a charlar sobre el partido que se jugó y el que vendrá. A Tomás, que toca el trombón hace casi dos años, le gustaría tocar en la 12 alguna vez.

El fútbol forma parte del día a día para estos dos hinchas, que viven intensamente el amor por sus equipos. “Cada fanático colabora a su manera desde donde puede y de eso se trata un poco, de que esa pasión no quede solo en un grito frente al jugador, sino en canalizarla para que fluya en energía positiva para el Club”, describe Antonio.

Muchas veces la pasión lleva al hincha a hacer cosas extremas que otra persona que no siente lo mismo, no lo entendería. Tatuajes con la cara de jugadores, viajes al exterior para ver a tu equipo, ausencias a cumpleaños, fiestas o compromisos por ir a la cancha. La pasión genera eso: algo inexplicable. “Creo que el límite siempre es la violencia, pero si hablamos de cosas lindas por Boca, no sé si hay un límite para mí. Estoy dispuesto a renunciar al trabajo si eso me impide hacer un viaje realmente importante para ir a ver a Boca. Si no hacés lo que te gusta, ¿para qué estamos acá?”, concluye Tomás.

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