La República de Burinons

»Nos agrada que vengas a disfrutar de la natura. Bienvenidos a este lugar. Burinons, de todo corazón. Esto es tierra de acogida, tierra de tréboles de tres hojas, tréboles normales, como nosotros. Nada de cuatro hojas, nada mágico, es sólo la imperfección de la naturaleza perfecta»

Así recibe Buri a todo aquel que se aleje de la ciudad y cruce las montañas de Calella para verlo.

En esta entrevista nos cuenta un poco de su vida y su proyecto gastronómico situado en Sant Pol de Mar.

Andrés: ¿Cómo llegó usted a este lugar?

Buri: Yo no llegué. Yo nací aquí como mi madre y abuelos. Mi familia ya cultivaba la tierra, pero era distinto, era un cultivo de huerta, viña y animales. Con el pasar del tiempo, yo crecí y el sistema económico cambió; tuve que ir a la ciudad para conseguir la moneda. Luego de unos cuantos años el tiempo se llevó a gran parte de mi familia al cielo y a mí me llevó de la ciudad al campo con una enfermedad en mi cuerpo. Por estas cuestiones decidí volver a mis raíces-casa. Aquí hay silencio, paz, tranquilidad y cosas que ver. La propia naturaleza si la dejas fluir y correr por sí sola te da muchas cosas.

A: ¿Cuál es la mayor diferencia entre vivir en la ciudad a la montaña?

B: Cuando vivía en el centro de Calella encontraba gente, no amigos. Algunas veces pienso que, si no hubiese cambiado de sitio, hoy estaría sentado en una plaza viendo la gente pasar; en cambio aquí, la gente pasa para verme.

A: ¿Por qué la gente pasa para verlo?

B: Bueno pues no solo a mí, vienen a ver como el día pasa a su debido tiempo, cómo nace con la salida del sol y cómo muere para darle paso a la luna. La sensación del aire que entra por las fosas nasales. La gente está buscando el bien, el bien ecológico.

A: Con respecto a la ecología, hace dos años abrió un restaurante slow food que ya tiene muchos premios…

B: Así es. La República de Burinons es un restaurante. Mis especialidades son las flores comestibles que cultivo en mi campo; luego de investigar mucho, he descubierto que un puñado de diferentes tipos de flores pueden alimentar nuestro cuerpo a un nivel muy alto; la nueva gastronomía no tendría que usarla solo por decoración (risas). Hay flores que absorben nutrientes dependiendo qué tan cerca de cada cultivo estén. Hay otras que ya tienen su sabor particular y otras que copian, por ejemplo: flores con sabor a ajo tostado, flores con sabor a manzana, hojas levemente picantes y algunas con pequeñas dosis de tóxicos naturales que en pocas cantidades son comestibles y buenas para la salud.

A: ¿Por qué quiere compartir sus cultivos y flores con la gente en su restaurante slow food?

B: Quiero infiltrar la naturaleza en lo urbano. Un restaurante slow food es una experiencia para todos los sentidos, quiero que la gente pierda la noción del tiempo y todo vaya más lento como los caracoles. En la escuela nos enseñan mucha historia y matemática, pero no enseñan a masticar y qué cosas nos ponemos en la boca para nutrirnos. La gente se podría curar como he hecho yo, sin remedios y tratamientos invasivos. Las flores y alimentos de huertas pueden curar enfermedades y son aún más efectivas si se comen en un lugar tranquilo que va al ritmo de la naturaleza.

A: ¿Qué nos recomienda comer en su restaurante?

B: La carta o menú cambia cada semana, dependiendo del clima: Lluvia excesiva, sequía, granizo, plagas, ya que no usamos insecticidas ni en el huerto ni en las flores. Si me sentara hoy en mi restaurante comenzaría con unos huevos revueltos con tomátiga (tomate chato de Mallorca) acompañado con una crema fría de judía tierna.

Seguiría con un Fricandód (estofado) con setas o un cordero más casablanca (cuscús) con verduras.

Y para el postre le preguntaría a la cocinera o a mí, que está de estación en ese momento. Hoy sería un helado de frutilla hecho con frutilla de la huerta, obviamente.

El restaurante se encuentra en: Carrer Abat Deas, 28, 08395 Sant Pol de Mar, Barcelona.

Teléfono: 930 294 882

Instagram: @larepublicadeburinons