Actuemos a partir de AHORA

Nos interpela el agua desde lo biológico porque somos 70% agua y, como sabemos, es nuestra fuerza vital. Pero, ¿qué pasa con eso que nos conmueve desde algún lugar más profundo?

Descubrimos que además de lo anatómico, estamos regidxs por la magia acuática desde lo astronómico. Algunos estudios nos cuentan que las gotas de líquido que hoy cubren el 71% de la superficie planetaria son producto de una eclosión de meteoritos sobre la tierra. ¿Ahora tiene más sentido eso de los cuerpos de agua que se mueven según el ciclo lunar?

Hay algo de todo eso cósmico que se puede sentir más profundamente cuando nos entregamos a la experiencia de sumergirnos. La biofilia es aún más poderosa que las palabras que lo intentan explicar.

Al adentrarnos en el agua conectamos lo que somos por dentro con el exterior líquido y nuestros cuerpos toman un comportamiento diferente, otro peso, otro dinamismo; se ven pausados algunos sentidos, pero sin dudas, se despiertan otros.

¿Qué sentirá una tortuga marina que nace en el medio terrestre, se moviliza por sus propios medios apenas eclosiona del cascarón, y es capaz de jugar con las corrientes marinas? Si nosotrxs apenas aguantamos unos minutos bajo el agua sin respirar y ya somos testigos de la conexión sideral…

Dicen que tenemos el privilegio de ser más «complejxs» e «inteligentes» que los demás animales, pero ¿podemos afirmar que nuestro poder sensitivo es también mayor? ¿Nos preguntamos si esta ventaja por sobre las demás especies tiene un objetivo mayor que aprovecharnos de ellos?

Hay una estética intangible que pocas veces consideramos en nuestro egoísmo humano y es que desconocemos más de lo que aceptamos. Hoy nuestros hábitos de consumo y el estilo de vida que nos dan tantas comodidades llevan a la ruina a a los ecosistemas y a la extinción de unas cuantas especies (más del 80% desde que apareció el homo sapiens).

En lo cotidiano se toman decisiones -que se supone son bajo un criterio profesional-sin considerar realmente este aspecto intangible que nos envuelve, porque justamente es imposible saber «todo lo que pasaría si…» Es decir, al cambiar el cauce de un río, por ejemplo, no podemos saber con certeza cuánto crecerá en los próximos años y por dónde encontrará su cauce, y esto puede significar el arrastre de viviendas o incluso de vidas; y ni hablar de las consecuencias que sufriremos a futuro, sobre la contaminación de nuestros mares, albergue de infinitas especies (las cuales también son cazadas para satisfacer nuestros placeres mundanos).

Entonces ¿hasta dónde somos más inteligentes? ¿Hacia dónde nos lleva el tan buscado desarrollo?

Mi opinión: la respuesta estará en cómo actuemos a partir de AHORA.