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Los océanos, ¿nuestra salvación?

Los océanos tienen la mayor diversidad biológica de la tierra, son el principal pulmón del planeta, y los responsables de generar gran parte del oxígeno.

La actividad humana utiliza a los océanos como un medio para extraer recursos energéticos como el gas o el petróleo y metales preciosos. A su vez, los océanos nos conectan no solo con las rutas que trazamos para recorrerlo de un continente a otro, sino siendo de vital importancia para el intercambio económico y comercial alrededor del globo, entre otros. Estas acciones utilitarias, tan características de la era en la que vivimos van en detrimento del equilibrio ambiental y alteran el ecosistema de los océanos que es imprescindible para la vida de todos los seres que vivimos en el planeta. Los océanos constituyen una defensa vital frente a la crisis eco-social que atraviesa el mundo entero.

Hoy en día, sin embargo, los océanos se enfrentan a amenazas sin precedentes. En los últimos 150 años se han perdido aproximadamente la mitad de los corales vivos. La contaminación por plástico se ha multiplicado por diez en los últimos 40 años y un tercio de las poblaciones de peces están sobreexplotadas por la pesca a gran escala. Hay zonas muertas, es decir, desiertos submarinos donde no prospera la vida debido a la falta de oxígeno, y están aumentando rápidamente, tanto en extensión.

El 8 de junio se celebró a nivel mundial el Día de los Océanos, una fecha establecida por la ONU con el objetivo de reconocer la importancia que tienen los océanos en el planeta. El primer año en el que se estableció fue en el 2009 bajo el lema “NUESTROS OCÉANOS, NUESTRA RESPONSABILIDAD”, buscando hacer énfasis en que somos los únicos que poseemos el poder de cambiar las cosas, antes de que sea demasiado tarde para arrepentirnos.

Este año, además, se está llevando a cabo el Decenio de Ciencias Oceánicas de la ONU, y se celebrará la Conferencia de los Océanos que tendrá lugar en Lisboa, Portugal, del 27 de junio al 1 de julio de 2022. El lema de este año es: «Revitalización: acción colectiva por el océano».

Pero, ¿somos realmente conscientes del daño que causamos?

Se estipula que cada año acaban en el océano unos 8 millones de toneladas de residuos plásticos, lo que convierte a este desecho en el residuo más presente en los océanos. Se calcula que entre un 15 y un 30% de todo ese plástico son fragmentos de menos de cinco milímetros, lo que comúnmente se denomina ‘microplástico’.

Que no lo veamos no significa que no exista, los científicos difunden datos precisos sobre la presencia de microplásticos en numerosas especies acuáticas, algunas de ellas parten de nuestra dieta habitual, e incluso han realizado estudios que confirman la presencia de microplásticos en nuestra orina. Es difícil saber si, como consumidores de pescados y mariscos, los micro plásticos nos afectan de manera directa. Lo que sí podemos asegurar es que están en todas partes: en el agua que bebemos, la comida que ingerimos y la ropa que vestimos. Un estudio de la UIC concluyó que dos terceras partes de todo ese plástico microscópico procede de lavadoras y de la abrasión provocada en los neumáticos cada vez que un automóvil frena. Pero eso no es todo; el plástico contiene aditivos como pigmentos, estabilizadores, factores hidrofugantes, ignifugantes, endurecedores, como el bisfenol A y plastificantes, como los ftalatos, que pueden filtrarse en el entorno. Se sabe que algunas de esas sustancias son disruptores endocrinos que afectan nuestro sistema hormonal.

Pero todavía estamos a tiempo de modificar nuestros hábitos. Parece casi imposible pensar que una sola persona puede cambiar el mundo, pero justamente de eso se trata, con que una sola persona modifique su conducta hacia el medio ambiente que lo rodea, se va a producir un cambio. Ahora imaginemos que, en vez de ser una sola persona, seamos muchas.

Los seres humanos somos capaces de lograr todo lo que nos proponemos si trabajamos de manera colectiva y organizada, y muchas veces esto no implica sacrificar mucho tiempo. A partir de pequeños cambios cotidianos, y la modificación de nuestros hábitos de consumo y gestión de residuos podemos proyectar un futuro mejor, y en convivencia más armónica con todas las especies del planeta.

¿Qué podemos hacer?

Acá algunas opciones que para llevar a cabo y liberar a los océanos de los microplásticos.

  • Consumir menos plástico
  • Usar cepillo de dientes biodegradable, con cerdas naturales.
  • Evitar el uso de sartenes antiadherentes recubiertas de teflón.
  • Evitar el uso de maquinillas de plástico y de discos desmaquillantes desechables. Estos últimos podés sustituirlos por discos reutilizables de fibras naturales.
  • Usar cosméticos, jabones y otros productos de higiene personal que no contengan ingredientes plásticos como siliconas y parafinas. Buscar productos que sean naturales y que no contengan micropartículas.
  • Sustituir los habituales productos de plástico de usar y tirar por sus equivalentes sostenibles, como las bolsas reutilizables, los bastoncillos de bambú o las pajitas de acero inoxidable.
  • Comprar productos y alimentos a granel y sin envasar.
  • Evitar la ropa elaborada con fibras sintéticas y da prioridad a los tejidos naturales.
  • Envolver tus almuerzos y comidas en recipientes reutilizables sin plásticos.
  •  Usar detergentes ecológicos y esponjas de fibra natural para lavar los platos.

Algunas marcas argentinas que están comprometidas con bajar el consumo de plástico pueden ayudarte con las opciones antes mencionadas. Esta es una invitación a que las stalkees y veas todo lo que tienen para ofrecerte.

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