Turismo rural en Rancho Bonanza

Andrés: En el Ayuntamiento de Calella me informaron que tu proyecto cambió las reglas turístico-económicas de la ciudad. Todos te conocen como »el joven que cambió el turismo local». ¿Qué fue lo que cambiaste en el turismo de Calella?
Gerard: El rancho dirige el turismo hacia la montaña, Calella como toda la costa del Maresme es sol, mar y playa. Cuando era pequeño íbamos con mis amigos a pasar el día en la montaña y nos parecía muy guay estar ahí. De más grande, con 22 años, me pareció bueno compartir esas imágenes y momentos con más gente, y para eso nada mejor que un emprendimiento rural.

Andrés: Algo que caracteriza al Rancho Bonanza es la disposición turístico/terapéutica de animales rescatados. ¿Me podés explicar qué es un animal rescatado?

Gerard: Es una segunda posibilidad que le damos a los animales para que confíen en las personas, de la mano de nuestro entrenador reeducamos a los caballos; y de mi parte también perros que han sido maltratados o explotados laboralmente por sus antiguos dueños. Tenemos caballos que han sido quemados en accidentes o hasta intencionalmente, otros han sido maltratados nutricionalmente con su dieta diaria y otros explotados laboralmente en zonas rurales. Un ejemplo es una yegua muy querida aquí que se llama Princesa; en su infancia fue maltratada y su antiguo dueño la quería llevar a un matadero para hacerla carne. Un amigo mío la compró, y lo que hicimos es tenerla en mejores condiciones en el rancho; hoy es una yegua tranquila que hace rutas turísticas con niños de 12 años montados.

Andrés: Europa, y en especial España, pasó una pandemia muy dura y larga. Hoy la guerra Rusia-Ucrania genera otra crisis económica. El turismo fue y es de los sectores que más sufre estos cambios. ¿Cómo haces para mantener tu emprendimiento en estos tiempos difíciles?

Gerard: El turismo interno fue esencial. En la pandemia comenzó a haber un flujo de españoles por España muy grande, pero siendo sincero este lugar se mantuvo por el ambiente familiar que se ha creado con nuestros clientes habituales; gracias a ellos podemos mantener este lugar. Hay un cliente que es pintor y nos regaló pintura para mejorar el aspecto del rancho; una mujer sabe de costura y nos confecciona prendas para caballos, así pasan el invierno y los protegen de las moscas en verano; otros aportan en comprar el pienso para caballos, o donar algarroba de sus campos u otros cultivos aptos para el consumo equino.

Andrés: ¿Qué le podés aconsejar a un emprendedor turístico que quiera comenzar un proyecto en una zona rural?

Gerard: Primero y principal que lo piense muy bien, si de verdad está apto para afrontarlo tanto económica como mentalmente, la naturaleza está siempre antes que el turismo y con esto me refiero al trato con los animales. Aquí educamos al turismo a que entienda que están con seres vivos y no con máquinas, esa es una gran responsabilidad. En segundo lugar, esto se trata de formar una familia, la relación servidor/cliente en el campo debe ser de confianza familiar, es necesario crear lazos con cada uno que entre a este lugar para mantener el emprendimiento. Por último, aprovechar las posibilidades del lugar e ir a buscar lo que otros no encontraron.

Andrés: ¿Cómo te ves en un futuro?

Gerard: En un futuro no muy lejano me veo dedicándome al entrenamiento canino, sin abandonar los caballos y dejando gente capacitada de mi confianza para que siga el emprendimiento equino. De chaval era un liante y gracias a mi perro Bud, soy lo que soy hoy. Los caballos tienen una sensibilidad especial, pero lo perros por tamaño y cuidado pueden dar alegría a más gente de cualquier contexto social/económico; no todo el mundo puede tener un caballo (risas). Con un entrenamiento adecuado los perros nos pueden enseñar a nosotros los valores de la vida.