“La vida se ha vuelto un chiringuito”, entrevista a un pescador catalán

Andrés: ¿Qué sabe del pasado histórico de Premia de Mar?

Moad: Pues tío, esta ciudad es bastante antigua, podríamos estar horas hablando de la prehistoria neolítica con alfarería y flechas de los primeros habitantes, la época ibérica y el primer núcleo urbano instalado en la zona, los cambios políticos, económicos y sociales de la época romana y media. Pero para que no os quedemos pasmados de tanto detalle te contaré algo que me decía mi abuelita: “Premio de la mar, con su población escasa y sin importancia tiene pocas ánimas para tres fábricas, dos de empujada y una de pisanas. Nos rodean varias cuarteras de tierra y aguas navegadas. Sus tierras producen tardío, cebolla, cáñamo y legumbres. Pero hace años nos invade la cenicilla que nos deja sin comida ni bebida».

A: Por lo que entiendo fue una zona agraria e industrial. Hoy, ¿sigue igual?

M: No tío, todo se ha acabao’ como mi abuelita (risas). El turismo fue una opción económica muy importante para el poblado. Estamos a pasos de Barcelona y la gente siempre ha querido alzar el vuelo de allí, los pobladores hemos cambiado el agua dulce por el agua salada del mar y la tierra por arena de playa, es el turismo tío. La vida se ha vuelto un chiringuito (risas).

A: La vida es un chiringuito (risas). ¿A qué se refiere?

M: Pues que la gente quiere hacer todo rápido como en un chiringuito, no tienen la paciencia del pescador. Nos ha invadido una pandemia que nos dejó secos por todos lados y ahora mismo quieren recuperar todo ese tiempo en tres puñeteros meses estivales.

A: La paciencia del pescador… ¿Qué ven los ojos de un pescador?

M: Veo que se la están liando cada vez más. La falta de empleo ha traído mucha inseguridad a esta pequeña ciudad, veo un abandono para los más alejados del pueblo, las vías de acceso a los poblados de montaña no están con pavimento y se supone que estamos en el lugar más rico de toda España. El centro cívico de la ciudad no cumple lo que promete. La juventud se va a las ciudades más grandes por ocio, diversión y faena. El trabajo turístico da un miedo que te cagas, no encuentran personal capacitado, explotan a pobres jóvenes y les pagan miseria por todas las horas que trabajan, andan todos acelerados. Pero tengo fe de cambio en los valientes que se tomen el tiempo para decidir su futuro. Mi nombre es árabe, Moad significa »quien posee el futuro en sus manos»; al ver mis manos te digo a ti que hay que tener paciencia de pescador para esperar el premio de la mar.