A través de su cuenta de Instagram, en la que ya suma más de cuarenta mil seguidores, comparte su trabajo y promete regalar un chiste cada día. “Todo esto nació porque siempre me cuestioné mucho el comportamiento del ser humano, de qué manera actuamos, qué tipo de reacciones tenemos frente a distintas situaciones y trato de ironizar esas cuestiones a través de lo que hago. Me interesa ridiculizar lo que me pasa a mí y lo que le pasa a otras personas”, confiesa Leo, remarcando que su objetivo principal es que podamos reírnos de nosotros mismos.
Sus primeros pasos con el dibujo comenzaron cuando aún estaba estudiando en FADU: “En el segundo año de la carrera tuvimos una clase introductoria de ilustración, en donde vinieron humoristas gráficos a dar una charla -entre ellos, Liniers- y salí muy entusiasmado. Me acuerdo que pensé ‘hay gente que se está dedicando a esto, nunca lo hice pero me encanta la idea’.” Así fue como empezó a dibujar chistes en una libreta mientras viajaba en colectivo y los compartía en su perfil de Facebook o le mandaba el link a sus amigos, quienes al principio no entendían muy bien de qué se trataba. Una vez que logró recopilar una gran cantidad de chistes, armó una fan page y a partir de ahí, no paró de crecer. Reconoce que de chico nunca se destacó como dibujante pero a través de la práctica fue encontrando la técnica. “Iba mejorando el dibujo a medida que lo hacía, no es que definí un estilo desde el principio, sino que fue una búsqueda. Trato de aprovechar los días buenos de inspiración y explotarlos al máximo posible, sabiendo que más adelante voy a tener días en los que me va a costar más sentarme a pensar ideas”, explica Leo sobre su proceso creativo y confiesa que durante algunos años tuvo que ponerle una pausa a este proyecto porque no le daban los tiempos entre el estudio y su trabajo en un agencia de publicidad. “A mediados de 2019 decidí arrancar de vuelta, empecé a darle más bola a mi cuenta de Instagram y me propuse publicar un chiste todos los días. La cuarentena me dio el tiempo necesario para sentarme a dibujar y me ayudó a tener más constancia”, reconoce.
Los chistes de Leo Gorfinkel tocan distintas temáticas, cada personaje tiene su nombre y muchas veces utiliza sus ilustraciones para visibilizar causas que apoya o denunciar problemáticas: “Al principio me costaba un poco apoyar abiertamente temáticas como el aborto legal, cuestiones políticas o medioambientales porque las personas están muy polarizadas. No quería que a alguien le deje de gustar mi trabajo por pensar que yo estoy de acuerdo con tal cosa o apoyando una causa u otra. Pero me vi un poco en la obligación, como comunicador, de tener que alzar alguna voz en relación a determinados temas que sentía que estaban oprimidos y que estaba bueno visibilizarlos más”. Al mirar su perfil de Instagram, resulta imposible no sentirse identificado con alguno de los chistes que postea, y eso tiene que ver con que parte de la inspiración la encuentra en experiencias personales o cosas que le pasaron a algún amigo: “Trato de que los chistes no sean muy autobiográficos porque no me gusta exponerme tanto pero por ahí puede haber algo que me pasó a mí hace tres años y lo dibujo con otros personajes. Lo disfrazo porque me importa más la historia que lo que me pasó a mí”.
El universo Leo Gorfinkel
Cuadros, medias, remeras, libros, murales, tarjetas, postales, calendarios… el universo de Leo Gorfinkel parece infinito y no titubea a la hora de plasmar sus dibujos sobre cualquier superficie y en cualquier formato. En 2015, su trabajo ya se había viralizado bastante y sintió la necesidad de publicar un libro con sus chistes: “Hice un crowdfounding a través de la plataforma Ideame, propuse la idea en la fan page que tenía en Facebook, a la gente le gustó y logré recaudar mucho más de lo que necesitaba para la publicación. Hicimos la presentación del libro, que se vendió en todas las librerías del país, y actualmente está agotado”, En su página web se pueden adquirir algunos de sus chistes en formato de cuadro y también hay fotos de pares de medias estampados con sus personajes, un producto que actualmente está agotado pero seguramente vuelva a producirlo gracias al gran éxito que tuvo. Entre las distintas propuestas de trabajo que recibe, una de las más entretenidas para él es la de hacer murales: “Empecé un poco por diversión y otro poco porque me lo pidieron. El primer mural que hice fue para Americano, una cafetería amiga, y me dieron total libertad para dibujar lo que quisiera. Lo gracioso es que en general, cuando hago algo así, primero trato de presentar un diseño y verlo con el cliente, pero en esta situación en particular fue cien por ciento improvisado. Fui sin saber qué iba a pasar y ellos tampoco; al final terminó quedando algo súper divertido y les gustó tanto que hicimos uno más”. Otro de los productos que está promocionando ahora en sus redes son remeras estampadas: “Iba a sacar una línea de remeras con una marca mayorista pero al final el proyecto se pinchó. Pero pensé que tal vez algunas personas la quieran así que las estoy haciendo a través de una plataforma que se llama Flashcookie. Yo no gano nada de plata con esto, simplemente subo el diseño a la plataforma y la persona que quiera la puede comprar directamente ahí”.
Son muchas las personas que quieren tener un pedacito del mundo de Leo Gorfinkel en algún rincón del suyo. Por suerte, a él también le divierte la idea y siempre está dispuesto a personalizar sus dibujos a quien se lo pida: “Me pasa bastante que me pidan trabajos personalizados, tal vez de personas que me encargan un cuadro con algún chiste y me piden que cambie los personajes para que sea esa persona con el novio/a o la mascota. No sé si es que me llegan proyectos divertidos o yo trato de hacerlos entretenidos, pero siempre termino disfrutando mucho de todos los encargos”.
Para todos aquellos que disfrutan del arte y buscan reírse de sus propios problemas, no deberían perderse los chistes de Leo Gorfinkel, un trabajo que él mismo decidió llamar “Educación emocional a través del humor”.