Cuando pensás en la cocina y en la música: ¿Les encontras algo en común?
La creatividad. Ambas son matemáticas, la receta tiene sus cosas y la música también. A mí personalmente me gusta romper con esa matemática en la música. Nunca estudie, no soy músico, simplemente aprendí a los 21, de un día para otro pase de odiarla a que me encante. Necesitaba algo que me mueva, creo que es algo que vas descubriendo con el tiempo.
¿Cómo comenzó tu interés en la gastronomía?
Desde chico que cocino, siempre la tuve muy presente en mi casa porque mi madre toda la vida tuvo un catering y trabajaba en eventos grandes en el Sans Souci, así conocí esa onda gastronómica. Aparte desde muy chico me gustó ir a cazar o pescar y preparar eso para comer. Esos fueron mis comienzos. A los 7 u 8 años agarraba una perdiz o paloma y la dejaba marinando 3 días, y me gustaba la idea de limpiar el animal y estar horas ahí. Siempre tuve etapas de distintas pasiones en mi vida y una fue esa, después vinieron los deportes y ahora es la música, pero siempre encuentro una conexión entre una y la otra. Estudié dos años medicina y me vino muy bien entrar a estudiar cocina sabiendo bioquímica y conociendo los elementos de la naturaleza; entendés más cuando te hablan de un aminoácido o que pasa en la desproteinización. Es mucha data que en la gastronomía queda un poco corta. También aprendí mucho con Fernando Mayoral (ex thymus). A partir de eso, mis influencias gastronómicas son la francesa, peruana, japonesa, alemana y del sudeste asiático.
Sé que comenzaste a dictar un curso de sushi en Ott. ¿Dónde y cómo lo aprendiste?
Aprendí a hacer sushi con Iwao, luego pasé por Mao sushi y después en 2011 armé la barra de sushi de L’abeille (la abeja), lo que hoy en día es la florería frente al Sofitel; en este último al trabajar solo es donde realmente aprendí sobre tiempos, cantidades y cómo enseñar. En 2012 empecé a dar clases de sushi particulares.
Y con respecto a tu banda ¿Qué nos podes contar? ¿Cómo está formada?
La banda fue mutando y se fue modificando, después de haber pasado por algo electrónico hoy volvimos a la batería. Somos bajos, guitarra, teclado, batería, sintetizadores y clarinete, casi Los auténticos decadentes. Lo que me parece más importante como banda es el grupo humano, es muy difícil lograr que se solidifique, es tiempo, maduración y aceptar los errores de uno. Tratar de congeniar como grupo. Recién hoy en día puedo decir que lo logramos en mi banda, después de 7 años de luchar, aunque no fuimos siempre los mismos integrantes.
¿Cómo es el proceso para componer un tema?
Primero pensamos una idea, un concepto y después pensamos en la fonética y melodía. Por ahí empiezo a tararear algo con palabras que no son reales pero se asemejan a otras y a partir de eso se hace una modificación. Es muy divertido, lo disfruto, puedo pasar horas frente a la computadora. En el primer disco la mayoría de las letras las compuse yo y algunas con un guitarrista. En el segundo disco estamos intentando que todos escriban porque cada uno tiene sus experiencias y está bueno trabajar en conjunto.