Todo comienza a primera hora de la mañana cuando uno saluda al botero que prepara el bote para salir. Mientras tanto organizás y verificás con tus compañeros de bote que todo esté en orden: la mochila con todo lo necesario.
Una vez que se sale se pueden comenzar a apreciar los diversos recorridos y paisajes que ofrece el delta, estos son inigualables, cada día es único e irrepetible en cualquiera de las cuatro estaciones del año, pero es en el cambio de cada una de ellas donde se produce la magia y uno se enamora de la vista. El cambio de color de las hojas en otoño es una de mis favoritas. Las diversas casitas de las islas coloridas con su hamaca paraguaya en el jardín y esos muelles con las personas reunidas tomando mate esperando a que salga el asado para ir a almorzar, son las típicas situaciones que uno puede observar a lo largo del recorrido. A la hora de la comida desembarcar en algún parador para recobrar energías. Cuando llegas al club lo último que queda por hacer es tomarse una reconfortante duchita y unos matecitos con bizcochitos en la costa del río. Es sin duda una activad que aporta mucho y que vale la pena realizar, si uno lo hace con las personas que más ama aportará momentos únicos en tu vida.
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