Les Luthiers se auto definió como “una agrupación de música-humor”, creada en septiembre de 1967 en Buenos Aires. Aunque los integrantes del grupo han variado a través de las décadas, su ingenio y humor han sido un éxito no solo intergeneracional sino también internacional. Este mes se celebra el aniversario número 53 de su primer debut “Les Luthiers cuentan la ópera”.
Los fundadores fueron Gerardo Masana, Marcos Mundstock, Daniel Rabinovich y Jorge Maronna. Hoy en día son un sexteto compuesto por Roberto Antier, Carlos López Puccio, Jorge Maronna, Tomás Mayer-Wolf, Martín O’Connor y Horacio Turano. Además de componer sus obras, ellos mismos han construido y utilizado sus propios instrumentos en el escenario, por ende su nombre: un luthier es una persona que se dedica profesionalmente a construir y arreglar instrumentos musicales. Sin embargo, ¡sus instrumentos no son convencionales! Están construidos a partir de objetos cotidianos, por ejemplo sillas, bicicletas, pelotas deportivas, barriles, asientos de baño y mucho más. ¿Quién se imaginaría una Silla Eléctrica? Es un híbrido de guitarra eléctrica y silla Thonet, la cual requiere destreza y creatividad.
Su arte se compone mayormente de letras humorísticas acompañadas por instrumentos propios creando contenido de diversos géneros musicales. Dentro de lo que más vale destacar del equipo es su sentido del humor «limpio», libre tanto de la autocrítica y de la violencia verbal (algo tan recurrente en el humor actual). Ellos hacen hincapié en otros métodos para reír: El juego de palabras lleva un rol especial en su ingenioso carácter, tanto como la observación elocuente y la creación de personajes.
Uno de los más famosos es Johann Sebastian Mastropiero, quien es foco en muchas de sus narraciones y su mera mención le produce una sonrisa inmediata al espectador añejo. Como olvidarse de su madrigal «La bella y graciosa moza marchose a lavar la ropa, la mojó en el arroyuelo y cantando la lavó, la frotó sobre una piedra, la colgó de un abedul» (Mastropiero que Nunca, 1979), donde se narra el encuentro de una doncella, su oveja y un jinete. Sin embargo a la banda se les traspapeló la letra y ¡la situación no parece lo que es!
Es casi imposible acordarse de Mastropiero sin recordar a otro personaje: Günther Frager, músico reconocido por ser fuente constante de plagio… plagiado por Mastropiero, claro. Por ejemplo, una conocida obra de Mastropiero el bolero “Perdónala” (Bromato de Armonio, 1996) fue una copia de un pasaje de la Tercera Sinfonía de Günther Frager – como también su autobiografía “Mi nombre es Mastropiero, como que me llamo Günther” donde olvidó omitir el capítulo “Mastropiero es un miserable” del texto original: Las memorias de Günther Frager.
Sus treinta y cinco shows han abarcado cincuenta y nueve ciudades, de las cuales la mayoría se encuentran en Latinoamérica – sin embargo han alcanzado Europa y Norteamérica también. Algunas de sus obras han sido traducidas al inglés e interpretadas en vivo en Nueva York en la década del ’80. La tecnología del nuevo milenio los ayudó a subtitular sus videos en francés, portugués, inglés e italiano sin perder su característica gracia atemporal.
El grupo ha sido reconocido numerosas veces internacionalmente: entre ellos con el Premio Martin Fierro como Mejor Labor de Programa Musical (Argentina, 1974), el Grammy Latino a la Excelencia Musical (Estados Unidos, 2011) y el Premio Princesa de Asturias en la categoría Comunicación y Humanidades (España, 2017).
Actualmente el grupo tiene intenciones de seguir entreteniendo al público, habiendo organizado una gira para el 2020 que lamentablemente tuvo que ser postergada. Mientras tanto, su discografía se encuentra no solo en YouTube sino también en Spotify y Tidal.